Antonio Barrero F.
http://www.energias-renovables.com/articulo/aulla-en-bruselas-el-lobby-mas-feroz-20131014
Las más poderosas de entre
las poderosas, las más grandes compañías eléctricas de Europa, se
reunieron la semana pasada en Bruselas para transmitirle al Parlamento
Europeo muy claramente, y muy de cerca, dos mensajes muy concretos. Uno:
que elimine toda ayuda al sector eléctrico renovable, que es el único
por cierto que puede independizar al Viejo Continente del petróleo y el
gas de los emiratos árabes. Y dos: que incremente la cuantía de las
subvenciones que reciben sus centrales de gas.
Diez
presidentes de otras tantas multinacionales europeas, las más poderosas
del sector eléctrico continental, se han reunido en Bruselas para darle
un claro aviso al Parlamento Europeo. A saber: o acaba con las ayudas
al sector de las energías renovables y engorda las subvenciones que ya
recibe el gas... o la próxima ola de frío que arrase Europa se saldará
con apagones generalizados. Esa es, grosso modo, la conclusión que
muchos actores del sector han extraído de la
comparecencia pública conjunta
que organizaron el viernes pasado los más poderosos de entre los
poderosos, los presidentes y consejeros delegados de GasTerra (Holanda),
Gas Natural Fenosa, Gaz de France (GDF-Suez), CEZ Group (Chequia),
Vattenfall (Suecia), Iberdrola, las italianas ENI y Enel y las alemanas
E.On y RWE. Las tres eléctricas "españolas" -Iberdrola, cuyo principal
accionista es el fondo soberano de Catar; Endesa, que pertenece a la
empresa pública italiana Enel; y Gas Natural Fenosa, en cuyo
accionariado se encuentra la empresa pública argelina Sonatrach-
acumularon en el primer semestre de 2013 beneficios netos por valor de
más de 3.500 millones de euros (Iberdrola,
1.728; Endesa,
1.114; y Gas Natural Fenosa,
780 millones de euros).
Las luces de la I+D, frente a los pozos de la crisis
De
los dos extremos del gran nudo gordiano en que se ha convertido el
sector eléctrico europeo tiran actualmente dos fuerzas extraordinarias y
antagónicas. Por una parte, en la vanguardia, la I+D+i (investigación,
desarrollo e innovación), que ha lanzado en diez años al estrellato al
sector de las energías renovables, capaz él de reducir sus costes de
modo inaudito (en el caso de la fotovoltaica,
hasta un 80% en los últimos cinco años).
Un sector, en definitiva, que ha crecido de modo formidable en toda
Europa a lomos de ese desarrollo tecnológico ayer poco menos que
impensable, y aupado además por políticas de apoyo que vieron en esas
fuentes de energía autóctonas -el viento y el sol, sobre todo- la mejor
manera de independizarse de las periódicas crisis del petróleo y del
gas.
El cambio climático
Entre tanto, del otro extremo
del nudo tiran las grandes eléctricas de Europa, que "consintieron" en
principio esas políticas de fomento de las energías renovables
seguramente porque no intuyeron ese desarrollo formidable. Poderosas
multinacionales que apostaron además por un combustible fósil, el gas,
con inmensas inversiones en infraestructuras -gasoductos, almacenes como
el
Castor,
centrales térmicas de ciclo combinado- y que, ahora, se enfrentan a un
doble enemigo: por una parte, la crisis económica, que ha reducido
mucho, mucho la demanda, y, por otra, la prioridad de acceso a red de
las tecnologías limpias -las renovables-, tecnologías que Bruselas
consideró debían ser priorizadas porque generaban electricidad sin
emitir CO2, gas promotor del cambio climático.
Funcionando solo al 11%
¿Conclusión? Cada vez hay
más kilovatios verdes en las redes eléctricas europeas, mientras que,
cada vez (y a la par), les cuesta más entrar en la cesta eléctrica a los
kilovatios que genera el gas en sus centrales térmicas de ciclo
combinado. En España, por poner solo un ejemplo, el índice de
utilización medio de los ciclos combinados durante los seis primeros
meses de 2013 ha sido del 11% (
dato Sedigas).
El grave error de estrategia empresarial -los señores del gas no
supieron prever ni la rápida evolución tecnológica del sector de las
energías renovables ni su formidable crecimiento- se está trocando así
en una hipoteca descomunal, la de unas compañías, las de gas, que no
pueden además saldar su deuda porque no están vendiendo tantos
kilovatios como creyeron que iban a vender.
Al dictado de Unesa
La reacción del sector está
siendo extraordinariamente virulenta. Y, así, por ejemplo, en España,
desde hace ya tres años, la derecha política-energética nacional, ora
representada por el PSOE (véase
Sebastián), ora por el Partido Popular (léase
Soria),
trabaja sin denuedo con un propósito muy concreto: afianzar la
dictadura del oligopolio, esa tiranía férrea que el sector de las
renovables había empezado a poner en tela de juicio, pues había
alumbrado nuevos actores en un escenario -el eléctrico- hasta entonces
estrictamente monopolizado por
Unesa.
¿Y cómo está reforzando esa dictadura la derecha política-energética
nacional? Pues con un discurso público muy concreto -las renovables son
las culpables de que suba el precio de la electricidad- y con una
política, profundamente reaccionaria, y también muy concreta, la de los
recortes si hace falta hasta retroactivos.
El laboratorio español
Pues bien, ese discurso y
esa política, ejecutados primero en el "laboratorio español",
laboratorio gernika donde el temprano triunfo de las energías renovables
pronto demostró su "peligrosidad", ahora empieza a ser difundido
también en la escena europea, donde las multinacionales más poderosas de
entre las poderosas,
las más grandes compañías eléctricas de Europa,
se han reunido este viernes para contar exactamente lo mismo que Unesa
lleva tres años contando aquí. A saber: que las tecnologías renovables
no son todavía lo suficientemente maduras -léase por ejemplo la
fotovoltaica-, que resultan siempre menos eficientes y seguras que el
gas -porque son "intermitentes"- y que son, en todo caso, las culpables
del encarecimiento de la electricidad, por su condición de menos
eficientes y, además, de receptoras de ayudas multimillonarias.
Historias de jeques y 400.000 millones de euros
Eso
sí, el discurso de los defensores de la dictadura del oligopolio obvia
el hecho de que, precisamente en los últimos diez años, el gas natural
importado por Europa se ha encarecido en casi un 300% (véase
BP Statistical Review of World Energy 2013,
página 27). La pregunta que cabría hacer a los diez mandamases reunidos
en Bruselas sería, pues: ¿habrá influido en alguna medida ese
incremento -casi un 300%- en la subida del precio de la electricidad? En
2012, y según recordaba recientemente -en mayo- otro presidente, el de
la Asociación Europea de la Energía Eólica, Thomas Becker, "la UE ha
pagado 406.000 millones de euros en concepto de importaciones de
petróleo y gas (
más de 1.100 millones cada día), factura que ha crecido 200.000 millones de euros en estos últimos tres años".
La amenaza del frío
A pesar de esa brutal
dependencia económica-energética (dependencia de los países exportadores
de petróleo y gas), y a pesar de que las energías renovables -por su
condición de autóctonas- son las únicas que pueden liberar a Europa de
ese yugo cada vez más pesado, los diez grandes apuestan por eliminar las
ayudas a las tecnologías limpias -únicas además en la lucha contra el
cambio climático- y subvencionar en mayor medida al gas, por su
condición de gestionable y para que respalde al sistema. La idea es
pagar potencia -no kilovatios generados, sino potencia disponible- para
que esta permanezca en guardia y opere cuando no sople el viento, no
brille el sol y suba la demanda. ¿Por ejemplo? En caso de ola de frío
(el ejemplo lo ha puesto el presidente de Gaz de France, GDF Suez,
Gerard Mestrallet).
El oligopolio salvaje
O sea, que si el Parlamento
Europeo no paga, el horizonte es el frío, según Mestrallet, que ha
asegurado que las diez empresas representadas en Bruselas ya han cerrado
50.000 MW de centrales térmicas de gas como consecuencia de la crisis:
"esas plantas no estarán ahí en caso de un invierno muy frío, el riesgo
de apagón nunca ha sido tan alto", ha dicho el jefe de Gaz de France.
Las diez multinacionales suman el 50% de la generación en Europa. En
España, la situación de oligopolio salvaje -dictadura- eleva muy mucho
ese porcentaje. Según la
Asociación de Productores de Energías Renovables
(el dato es de mayo), “el 95% de la generación en régimen ordinario lo
controlan cinco empresas; el 99,7% de la distribución está controlada
por las mismas cinco empresas; y el 79,5% de la comercialización de
electricidad lo controlan esas mismas empresas”.
Tres peticiones
Así las cosas, y preguntado sobre
las tres peticiones principales del grupo en Bruselas, Mestrallet ha
dicho que serían las siguientes: incrementar el precio del carbono en el
mercado de emisiones; contener la instalación de potencia para evitar
el que ha calificado como "dramático" cierre de más centrales de gas; y
eliminar las ayudas a las renovables en el caso de las tecnologías
maduras, que deben operar en el mercado como cualquier otra tecnología
(en referencia a la eólica), a la par que se concentran esas ayudas en
la investigación y el desarrollo de las tecnologías que aún no han
alcanzado ese estadio (en referencia a la solar). La división española
del grupo, encabezada por
José Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola) y
Rafael Villaseca (Gas Natural Fenosa), ha insistido en la idea
habitual: que las tecnologías caras, refiriéndose a las renovables,
beneficiarias hoy de las subvenciones, están echando del mercado a las
baratas y eficientes, en referencia al gas.
La guerra
En el fondo de todo, y, en realidad, no
hay otra cosa que "la guerra por el kilovatio perdido", o por los
muchos kilovatios que hoy ya no pueden vender los ciclos combinados, que
han perdido buena parte de su hueco en el mix eléctrico porque son
kilovatios sucios -emisores de CO2, desencadenantes de cambio climático-
y no tienen prioridad de acceso a la red (la prioridad la tienen los
kilovatios limpios, renovables, que no generan CO2). He ahí el quid de
la cuestión. Los hacedores de la burbuja del gas (en España se han
instalado más de
27.000 MW en los últimos diez años)
se equivocaron con su carísima apuesta metanera –probablemente llevados
de la mano del negacionismo del cambio climático– y, sobre todo, al no
prever tampoco el desarrollo formidable de las tecnologías renovables,
cada vez más competitivas. La situación, vivida en primer lugar en el
laboratorio español, está siendo ahora experimentada en el resto del
continente.
Viva la potencia
El análisis, dentro del sector
todo, bien podría ser este: "el fracaso es rotundo, de acuerdo, nos
equivocamos... Eso sí, lo que hace falta es que ese fiasco no sea mayor
aún. Así que vamos a evitar una sangría adicional de kilovatios; vamos a
evitar a toda costa la instalación de potencia renovable adicional; y
vamos a agitar cuantos fantasmas sea preciso -en este caso y para
empezar, olas de frío- para convencer a todo el mundo de lo
imprescindible que es mantener viva la potencia de gas". El fondo del
discurso de la derecha política-energética española, la que vela por los
intereses de la "dictadura unesa", bien conocido puertas adentro, se
reproduce así, casi punto por punto, en Bruselas. "Plantas que son muy
eficientes económica y medioambientalmente cierran, mientras que la
inversión se va a otras geografías y la industria y los clientes pagan
facturas más altas", apuntaba en Bruselas enésimo Sánchez Galán, según
recogía en su edición del viernes el diario
Expansión.
Los hijos putativos
En España -precursora por su
triunfo primero de las energías renovables; y ahora precursora en
materia de política energética reaccionaria-, ese discurso -que critica
las ayudas a las energías renovables ("culpables" de la carestía de la
electricidad), pero ignora el incremento del 300% del precio del gas
importado en los últimos diez años-... en España, ese discurso le ha
calado hasta la médula, a la clase política nacional, que parece
completamente sodomizada por los señores del gas. Hasta el punto de que,
desde finales de la década pasada, los hijos putativos de González (a
sueldo de Gas Natural) y Aznar (a sueldo de Endesa durante años), han
ido desmontando las políticas de apoyo a las energías renovables -únicas
autóctonas- mientras incrementaban las
ayudas al gas natural.
El escenario es pavoroso: la sucesión de ex altos cargos públicos que
han estado a sueldo, o lo están, de las compañías eléctricas es
interminable: Solbes, Acebes, Salgado, Ana Palacio, Manuel Marín, Martín
Villa, Narcís Serra...
El muro de los trescientos
La economía nacional
toda, en todo caso, está completamente gasificada. El minúsculo Catar es
el tercer suministrador de gas de España y el principal accionista de
Iberdrola, la multinacional eléctrica española por antonomasia. Además,
es patrocinador del Fútbol Club Barcelona, así como lo es Fly Emirates
del Real Madrid, el club de fútbol más rico del mundo. Las conexiones
son sinfín (Florentino-ACS-Castor, por poner otro ejemplo)... y
pavorosas:
300 de los 323 diputados
presentes en el Congreso el pasado 26 de junio paralizaron la propuesta
(de Izquierda Plural) de hacer una auditoría energética. Lo hicieron
por acción -195 noes- y por omisión -105 abstenciones-. Trescientos
padres de la patria que no estuvieron interesados en arrojar luz alguna
sobre un agujero negro -el déficit de tarifa- que parió el Partido
Popular en tiempos de Rodrigo Rato, hace ya casi quince años, y que han
ido amamantando los sucesivos gobiernos que desde entonces han sido.
O se hará el frío
Ahora, el discurso de que las
renovables son las culpables del incremento del precio de la
electricidad; el discurso de que hay que eliminar las ayudas que las
benefician porque unas tecnologías (eólica) son demasiado maduras como
para seguir siendo ayudadas, mientras que otras (como la fotovoltaica)
resultan aún demasiado poco eficientes como para que Europa invierta en
ellas; el discurso del miedo y la seguridad del sistema (el gas respalda
y debe ser pagado por ello, porque las renovables son "intermitentes" y
para que no haya apagones); el discurso de retorno ideológico (desde
las cavernas, pensamiento fósil), discurso reaccionario (en España,
incluso, retroactivo), ha llegado a Europa, donde diez presidentes de
otras tantas multinacionales, las más poderosas del sector eléctrico
continental, se han reunido para darle un claro aviso al Parlamento
Europeo. A saber: o acaba con las ayudas al sector de las energías
renovables y engorda las subvenciones que ya recibe el gas... o se hará
el frío en Europa.