sábado, 20 de abril de 2013

El sexo sin sexo

  http://bernardoperezandreo.blogspot.com.es/2013/04/el-sexo-sin-sexo.html#more
 
En la sociedad postmoderna se ha generado toda una ideología justificadora de la sociedad global con el nombre de multiculturalismo. Básicamente se trata de la aceptación de todas las culturas, las tradiciones y las creencias como iguales e intercambiables. No hay ninguna superior a la otra, ni ningún tipo de criterio que pueda abarcar a todas ellas, cada una tiene un valor propio e incomparable. Por tanto, lo que se debe hacer es aceptar todas las culturas de forma acrítica sin intentar cambiar nada en ellas, todo intento de crítica es a su vez descalificado como prepotencia ideológica y exclusora. Nadie puede arrogarse, según esta nueva ideología, la posibilidad de juzgar las culturas, ni mucho menos de descalificarlas. Lo que se puede y se debe hacer es aceptarlas tal como son sin intentar ningún tipo de juicio sobre ellas.

Esta nueva ideología, como toda ideología, es peligrosa por lo que intenta ocultar, no por lo que manifiesta. Los intereses económicos y políticos que encubren son los que la convierten en un frente interesante de estudio. Como toda la Postmodernidad intenta encubrir una situación de injusticia global so capa de tolerancia y respeto al otro. El otro se ha convertido en un referente hueco, en un reflejo del yo que desea encontrarse a sí mismo mirándose en el espejo del rostro del otro vaciado de su otredad. El otro es una imagen creada y proyectada del yo solipsista postmoderno. La imagen más real del otro es Benetton, la marca de ropa italiana. En su publicidad aparecen jóvenes de distintas razas, culturas y religiones pero todos con el mismo aspecto, el aspecto Benetton. Bajo la apariencia de diferencia, todos son lo mismo, todos son el mismo yo consumidor postmoderno, sin ningún atributo real que les diferencie, sólo pura fachada.

En el mercado postmoderno se encuentran toda una serie de productos privados de sus propiedades dañinas, productos que son los mismos externamente: en color, sabor, olor… pero se les ha eliminado aquello que les hace potencialmente peligrosos para la salud. El café sin cafeína, la cerveza sin alcohol o la crema sin grasa, son algunos de los productos más conocidos. Estos productos son los mismos que los otros a los que no se ha privado de su propiedad esencial, pero no son lo mismo. ¿Qué es el café una vez eliminada la cafeína?, probablemente no pueda seguir siendo nombrado igual porque la cafeína es lo que hace que el café sea tal, de modo que nos venden un producto que no es lo que es, es decir, que no es en absoluto. Esta es la esencia de la Postmodernidad: mantener la apariencia y eliminar la esencia.
Con las culturas sucede lo mismo, se mantiene la apariencia de ser diferente pero se anula su efectiva otredad, lo que hace que sea otra cultura y no la mía. Al calor de los productos vacíos que hemos visto también podemos extender el proceso a las situaciones sociales. El sexo se ha vaciado de su esencial relación personal a través de la red de redes y ha quedado en sexo virtual, sexo sin sexo; la guerra, por mor de los mass media, se resuelve en un video juego extendido, una guerra sin guerra, sin consecuencias para nosotros; también la experiencia de la alteridad multicultural que acepta al otro sin su otredad, sin lo que le hace ser otro, es la cultura sin cultura, es decir, el envoltorio folclórico sin el proceso de cultivo que supone toda cultura –cultus, cultivo–. Se arranca toda la tradición que hay tras una cultura y se la utiliza para extender el dominio global. Las culturas son utilizadas así como caballos de Troya para la invasión de los pueblos.

El multiculturalismo actúa como ideología que justifica la supuesta intangibilidad de las culturas, pero en el fondo lo que hace es vaciarlas de contenido antes de asumirlas. Las culturas que se nos presentan han sido convenientemente vaciadas de sus contenidos diferenciadores y asépticamente integradas en nuestra civilización postmoderna. El ejemplo más claro puede ser la Gran Manzana, donde se puede encontrar de todo tipo de culturas, creencias e ideas diferentes, pero todas integradas en un mercado único. Usted puede comer en un restaurante japonés, vestir el traje típico indio y beber Coca-Cola mientras invierte en la bolsa a través de su móvil de última generación. Todo es posible si se acepta el modelo de vida postmoderno, cualquier cultura puede integrarse sin ser juzgada, pero, eso sí, convenientemente castrada.

sábado, 13 de abril de 2013

La neblina del crecimiento infinito en China

Eric Zencey
The Daly News
Hace unas semanas, la calidad del aire en la embajada de los EEUU en Pekín  registró 755 en una escala de 500. Una neblina espesa, asfixiante, envolvía toda la ciudad. No se podía ver de una torre de oficinas a otra; se cancelaron vuelos, se cerraron algunas autopistas, los niños en edad escolar se quedaron en casa, las admisiones en los hospitales aumentaron enormemente. Los problemas de la calidad del aire en China no se limitan a Pekín -un estudio de 2010 descubrió que la contaminación de aire condujo a 1,2 millones de muertes prematuras en todo el país- y el aire asesino es solo una de las preocupaciones ecológicas del país. La mitad de su superficie acuática está tan contaminada que no se puede tratar para hacerla potable, y la mitad de esta es tan mala que ni siquiera se puede utilizar para fines industriales. El setenta por ciento de los ríos y lagos del país reciben aguas residuales directas o toxinas industriales no tratadas. Las tasas de cáncer suben y el país ha estado perdiendo un área del tamaño de Connecticut cada año debido a la desertificación provocada por prácticas agrícolas insostenibles en ecosistemas de pradera.

En protesta, la población china ha empezado a tomar las calles en manifestaciones que cada vez más acaban en choques, a veces sangrientos con la policía antidisturbios.

Entre 1978 y 2008 la economía china se multiplicó por diez, dejando atrás al resto del mundo . (Como comparación: el PIB real de los EEUU se triplicó durante este periodo). El crecimiento ha llegado gracias a un considerable y notorio coste en aire y agua contaminados y otras "desventajas" -enfermedades pulmonares, cáncer, disturbios-. ¿Son estos los costes necesarios del desarrollo? Por supuesto que no. ¿Y entonces por qué los está pagando China? Como la mayor parte de las preguntas en el mundo real, no hay una respuesta simple, pero una de las partes más claras, más fuertes y más tristes de una respuesta completa es esta:


Relación teórica entre contaminación e ingresos
Estos economistas no están ni locos ni ciegos. Pueden ver el coste humano de la contaminación y de la degradación medioambiental. Pero tienen una teoría que les asegura que el problema es temporal y se arreglará por si solo: La Curva Medioambiental de Kuznets (CMK), que marca una supuesta relación entre contaminación e ingresos como una U invertida. Antes del desarrollo, dice esta teoría, los niveles de contaminación son bajos; luego aumenta la contaminación a medida que crecen tano la actividad económica como los ingresos; y finalmente, en algún punto de inflexión, la contaminación llega a su pico y empieza a disminuir con ingresos en aumento, a medida que una población más rica demanda y se puede permitir una mejor calidad medioambiental.

Esto, dicen los libros de texto estándar de economía, es "intuitivamente interesante". Y lo es -si tu intuición ha tomado forma gracias a la teoría económica tradicional-. Si el daño ecológico siempre se puede revertir y si la calidad medioambiental no es un regalo de Dios o un derecho humano básico sino una mercancía como cualquier otra, tiene sentido pensar que puedes comprar un mejor medioambiente cuando tienes más ingresos. La implicación: "El crecimiento es la clave para proteger al medioambiente, no su enemigo", como señala un artículo sobre la CMK.

Esta lógica lleva a una conclusión absurda (siempre un mal signo para una teoría): la razón por la que tenemos cambio climático es que los países más ricos que el planeta ha visto nunca no son lo suficientemente ricos como para permitirse el bien medioambiental conocido como "estabilidad climática". Tampoco se puede defender la CMK con una base empírica como buena ciencia. El New Palgrave Dictionary of Economics reconoce que la mayor parte de los estudios sobre la CMK "se han diseñado para que den como resultado vías de contaminación-ingresos con forma de U invertida, y tienen éxito por usar diversos supuestos y mecanismos" -un enfoque más consistente con la preservación de una fe que con una investigación científica.

La fe que está en juego son los dogmas del crecimiento infinito. Si la contaminación en algún punto no disminuye permanentemente a medida que aumentan los ingresos, deberíamos admitir que hay límites ecológicos a la actividad económica.

Aunque la U invertida de la CMK describe la relación entre algunos contaminantes clave y el crecimiento del PIB en la mayor parte de los países desarrollados, ese descubrimiento tiene errores conceptuales fatales. Los contaminantes "clave" no son todos los contaminantes, y contaminantes particulares no son el único y permanente marcador de degradación ecológica. Las políticas que controlan un tipo de contaminante (y que por tanto envían hacia abajo su CMK) pueden simplemente fomentar un cambio a procesos industriales que producen otro tipo de contaminantes -que no estén (todavía) regulados y ni siquiera hayan sido medidos de forma que no hay forma posible de trazar su historia en una CMK.

Otro tipo de cambio crea una CMK para un contaminante en un país porque el proceso manufacturero se desplaza a algún otro sitio. Ningún estudio de CMK ha excluido nunca definitivamente la posibilidad de este efecto "refugio de contaminación". Si exportar un proceso industrial sucio a un país con escasa o ninguna regulación es más barato que cumplir los estándares reguladores en su país, ¿por qué haría una empresa que busca su máximo beneficio otra cosa?

En el esfuerzo por cambiar la huella contaminadora de una economía a otro país, la CMK es una gran ayuda. Asegura a la nación receptora que el aire y el agua envenenados son una fase necesaria del desarrollo económico; que algún día también serán lo suficientemente ricos como para restaurar la calidad medioambiental que una vez tuvieron. Lo que no dice la CMK es que los ecosistemas pueden estar degradados más allá de cualquier esperanza de recuperación, como muchas civilizaciones anteriores aprendieron de la peor manera. No dice que vivimos en un planeta finito, y no hay garantías de que cuando queramos restaurar la calidad medioambiental de tu país, seas capaz de encontrar nuevos refugios de contaminación que quieran aceptar la huella de tu economía.

Así es en China. En 2005, Pan Yue, entonces viceministro de protección medioambiental lamentó la aceptación de la CMK en su país: "La suposición [era] que el crecimiento económico [que perseguimos] nos dará los recursos financieros para superar las crisis que envuelven al medio ambiente, las materias primas y el crecimiento de población" Si China puede o no revertir el daño y enviar fuera los servicios contaminantes que su medioambiente se le ha pedido proporcionar está por ver. Una cosa está clara: otras partes de la huella ecológica de ese país están siendo exportadas. China está comprando ahora tierras cultivables en África y arrendamientos agrícolas a largo plazo en Sudamérica porque su paisaje degradado no puede mantener la población humana que alberga.

La CMK todavía tiene sus defensores y sigue siendo tratada como un descubrimiento económico robusto -probablemente porque si la CMK no es verdad, una disciplina dedicada al crecimiento infinito tendrá que enfrentarse al hecho de que hay límites a lo que la naturaleza nos puede dar y a lo que puede absorber de nosotros. La evidencia y la lógica -y la calidad del aire en Pekín- dicen que sí, que hay límites. Es hora de que los economistas dejen de ver el mundo a través de la neblina distorsionada y venenosa de una teoría que no se puede mantener y empezar a ver el mundo tal como es. El destino de nuestra civilizacíon depende de ello.

Eric Zencey es miembro del Gund Institute for Ecological Economics en la Universidad de Vermont. Su obra más reciente es The Other Road to Serfdom and the Path to Sustainable Democracy, de la que procede este extracto.


Fuente: http://steadystate.org/chinas-infinite-growth-haze/


martes, 2 de abril de 2013

“Las nuevas tecnologías han mutilado el pensamiento crítico”



En su libro “Cristo con un fusil al hombro”, el maestro de reporteros Ryszard Kaspuscinski explica las razones por las que la guerrilla de Guatemala secuestró y asesinó en 1970 al embajador alemán, Karl Von Spreti. “Eso sí –aclara el periodista y escritor Pascual Serrano- necesita 70 páginas”. Tras la visita a un plató de televisión para ser entrevistado, el lingüista, filósofo y activista Noam Chomsky dio cuenta de la dificultad de explicar en unos minutos por qué a todos los presidentes de Estados Unidos cabría juzgarlos y condenarlos por crímenes de guerra.

El problema, explica Pascual Serrano, estriba en que “en el pensamiento único de los grandes medios no hace falta profundizar en los contenidos, pues el público ya se encuentra familiarizado con estos, bien para llamar a Chávez dictador, bien para decir que Irán dispone de la bomba atómica”. Lo que ocurre es que “siempre habíamos aceptado que el pensamiento crítico necesitaba tiempo, espacio y elaboración, además de un lector atento y concentrado”.

Pascual Serrano ha presentado su último libro “La comunicación jibarizada. Cómo la tecnología ha cambiado nuestras mentes” (Ed. Península) esta semana en Valencia, en un acto organizado por la Asociación Valenciana José Martí de Amistad con Cuba y el Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS). En el libro describe cómo Internet y las nuevas tecnologías (“y no es una cuestión de formatos, detrás existe un objetivo ideológico”) han mutilado el pensamiento crítico y generalizado un modelo de comunicación basado en el ritmo trepidante, la inmediatez, la comunicación incesante, la saturación informativa y la falta de rigor. Todo ello unido al predominio del audiovisual y la fascinación tecnológica.
Sin embargo, aclara el periodista, el objetivo del libro “no es embestir sin freno contra los nuevos formatos”. De hecho, el autor reconoce que dispone de blog, cuenta de twitter, colabora en medios digitales y participa en las redes sociales. De lo que trata “La comunicación jibarizada” es de “prevenir sobre los derroteros por los que nos llevan las nuevas tecnologías e intentar desmitificarlas” ¿A qué responden estas cautelas? “A que nos han llegado a los ciudadanos envueltas en un aura de democratización e igualitarismo, a la que también ha contribuido su precio asequible; incluso desde la izquierda se ha visto a Internet como la gran panacea”, asegura Pascual Serrano.

En otra presentación del libro, una persona del público recordó la semejanza entre el “igualitario” modelo de comunicación virtual y la quimera del “capitalismo democrático” que se vendió a la población durante la época de Reagan y Thatcher. Como muchos ciudadanos eran accionistas de entidades privadas, dejaba de ser una prioridad el control público de las grandes empresas. Dado que cualquiera tiene acceso a una cuenta en twitter o Facebook, siguiendo el hilo del argumento, tampoco hace falta plantearse ya la colectivización de los grandes emporios mediáticos.

El autor de “Desinformación” o “Contra la neutralidad” advierte de que la comunicación jibarizada es mucho más que los 140 caracteres de twitter. En Japón triunfan las colecciones de libros elaborados a partir de los SMS que envían jóvenes. Programaciones de microteatro, basado en representaciones de 15 minutos; libros de micropoemas y concursos de microrrelatos están a la orden del día. La Red forma parte de este universo. Y no es baladí. Las consecuencias de este modelo virtual se hacen sentir en las estructuras cognitivas y en los modos de percibir la realidad. “Muchos psicólogos y pedagogos aseguran que Internet fomenta el pensamiento somero, apresurado y superficial; aunque se pretenda que en la Red caben todos los textos, ello no significa que se lean de manera completa”, explica el periodista.

A otro efecto de Internet –la dispersión de las ideas- dedica Pascual Serrano un capítulo del libro. Actualmente ocurre con la información algo similar a lo que sucede con el buffet libre en las comidas. A juicio del periodista, “más que un plato elaborado, se prefiere el picoteo. Y, en consecuencia, hay una mala adaptación a los argumentos largos y a los matices. En pocas palabras, se prefiere surfear en la información a sumergirse en argumentos elaborados”.

Tampoco resulta fácil en la actualidad una lenta digestión de las noticias. Se impone el ritmo trepidante. Pascual Serrano recuerda las palabras de una viñeta de “El Roto”: “Gracias a las nuevas tecnologías me informo al segundo y me olvido al instante”. Uno de los mejores ejemplos de este frenesí comunicativo lo constituyen los informativos de televisión. Entre las bombas en Afganistán, los goles de Messi y las piernas de Madonna, “no puede haber profundidad ni pensamiento completo”, asegura el colaborador de Rebelión.org y Mundo Obrero.

Podría considerarse la ambición por dar noticias nuevas como algo inherente al periodismo. Pero lo que existe hoy, según Serrano, es “una obsesión enfermiza por la inmediatez; lo que acaba de ocurrir se afirma siempre que es urgente; no hay tiempo para plantearse la trascendencia de los hechos ni para contrastarlos”. Por lo demás, se picotea en las noticias como abejas que van de flor en flor. Comunicación incesante, consumo masivo de noticias… Mientras el espectador visiona el informativo de un Canal 24 horas, aparece un cintillo en la parte inferior de la imagen con SMS, anuncios o más noticias.

Pero la cosa va más allá: Un joven puede escribir un comentario en Facebook, un mensaje en su celular o un Watsap casi al mismo tiempo. Aunque, matiza Pascual Serrano, “no sepan leer media hora seguida; tenemos gran dificultad para concentrarnos y sumergirnos en hábitos de lectura profunda”. Las nuevas tecnologías fomentan otro mito: el de la ubicuidad. La fascinación por hallarse en muchos lugares al mismo tiempo. “Los medios conectan en directo con Afganistán y a continuación con Israel, donde está de gira Obama, pero sin que se expliquen las raíces ni la complejidad del conflicto”.

Aunque algunos apologistas se ufanen de vivir en la sociedad del conocimiento, en la que muchos ciudadanos tienen la posibilidad de vivir 24 horas conectados y consumiendo noticias, Pascual Serrano opina que tanta información “nos inunda, asfixia y aplasta; además, los medios tampoco la jerarquizan, ordenan ni seleccionan”. La edición de un fin de semana del New York Times contiene más información que la que un ciudadano medio podía llegar a tener a lo largo de toda su vida en la Inglaterra del siglo XVII. “Todo el mundo tiene interés en vender algo: gobierno, partidos, sindicatos, empresarios, compañías, científicos…Todo el mundo emite su comunicado jibarizado y ello hace que la información finalmente elaborada por el redactor sea de lo más sencilla y simple”. En el modelo vigente, además, imperan las fuentes institucionales (los gabinetes de imagen y comunicación), con efectos letales para el periodismo. El oficio ya no consiste, como decía Orwell, en contar cosas que alguien pretende ocultar.

Puede que el periodismo tradicional, explica el autor de “La comunicación jibarizada”, no fuera precisamente un modelo de rigor; pero la proliferación de redes sociales, blogueros y comentarios en Internet han dado lugar a “una especie de barra libre y anarquía en la información”. “Cualquiera se siente autorizado para hablar sobre cualquier cosa –subraya el periodista- y, al final, no sabemos distinguir quién es realmente una voz autorizada”. También señala Serrano la falta de rigor en el activismo político. Pueden citarse muchos ejemplos, como una carta apócrifa que circulaba por la red del escritor José Luis Sampedro, en la que se insultaba al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. “La Red está plagada de noticias falsas y suplantaciones como ésta; el viejo principio periodístico de que el rumor no es noticia, no se aplica en muchos casos a las redes sociales”, concluye Pascual Serrano. Y el mundo del dinero también pergeña estrategias para controlar los nuevos formatos digitales, como los pagos a periodistas para que introduzcan comentarios positivos en los foros, o a empresas para que hablen a favor de alguien o limpien la página de Facebook de opiniones negativas.

¿Hacen posible las redes sociales la democratización definitiva de la comunicación? ¿Permiten, por fin, que se cumpla el mito de la horizontalidad comunicativa? Pascual Serrano desmonta la utopía virtual: “el 50% de los vínculos de twitter y facebook acaban remitiendo a los grandes medios, sean The New York Times, The Washington Post o El País”. También se ha dicho que las redes sociales han permitido la eclosión de la primavera árabe. Pero Serrano afirma que, a la luz de algunos estudios, fue precisamente la supresión en Túnez y Egipto de Internet lo que propició una situación revolucionaria.

¿Internet ha sentado las bases de un acceso generalizado a la cultura? Más bien ocurre lo contrario, sostiene el periodista: “Han servido para que el ingeniero escriba sin acentos pero no para que el panadero lea a Kant”. Pero, sobre todo, hay una cuestión de principios: “Las tragedias como el hambre, la guerra o los recortes –afirma Pascual Serrano- suceden en el mundo real, no en el virtual”. Lo mismo ocurre con las luchas sociales: “Pensamos que nos movilizamos y combatimos porque participamos en las campañas en la Red. Pero esto resulta una ilusión. Las luchas se dan en las calles y plazas, con los compañeros con los que estamos, no con quienes virtualmente nos encontramos”. Algo parecido afirma Isaac Rosa en el artículo “Soy minero”, publicado en julio de 2012 (eldiario.es): “Mientras nosotros escribimos posts y tuits de denuncia contra los recortes (yo el primero), ellos se encierran en los pozos, paralizan el tráfico, levantan en pie de guerra comarcas enteras, y finalmente echan a andar por la carretera”.

Ahora bien, criticar el modelo actual de comunicación jibarizada no implica, insiste Pascual Serrano, abogar por el ludismo ni reivindicar la destrucción de la tecnología. Pese a todas las críticas que puedan formularse al paradigma dominante, “hemos de luchar en todos los ámbitos, es decir, no hay que dejar ningún campo expedito al enemigo”. La crítica a las nuevas tecnologías implica, a juicio del escritor, el manejo de las mismas en términos adecuados. Por ejemplo, twittear el título de libros pero siempre que resulten de interés y se hayan leído antes; o documentales de más de 20 segundos (ironiza) o utilizar facebook para convocar reuniones, “siempre que luego asistamos a las mismas”.

En la actual vorágine comunicativa, el tiempo adquiere asimismo otra dimensión. Señala el periodista Pascual Serrano que las semanas que John Reed dedicó a preparar su crónica “Diez días que estremecieron el mundo” no hubieran resultado suficientes con las interrupciones y distracciones que genera la comunicación virtual. Según Guy Debord, ocupamos primero nuestro tiempo de trabajo y luego hacemos lo mismo con el de ocio. Por eso en “La comunicación jibarizada” se hace también una especie de “elogio del aburrimiento”. Las mejores ideas surgen muchas veces cuando uno escapa de la actividad febril. “Cervantes y Gramsci escribieron sus mejores obras encerrados en la cárcel”, concluye Pascual Serrano.