martes, 15 de octubre de 2013

La amenaza del frío

Antonio Barrero F.                                                                                                                                        
http://www.energias-renovables.com/articulo/aulla-en-bruselas-el-lobby-mas-feroz-20131014
Las más poderosas de entre las poderosas, las más grandes compañías eléctricas de Europa, se reunieron la semana pasada en Bruselas para transmitirle al Parlamento Europeo muy claramente, y muy de cerca, dos mensajes muy concretos. Uno: que elimine toda ayuda al sector eléctrico renovable, que es el único por cierto que puede independizar al Viejo Continente del petróleo y el gas de los emiratos árabes. Y dos: que incremente la cuantía de las subvenciones que reciben sus centrales de gas.
La amenaza del frío
Diez presidentes de otras tantas multinacionales europeas, las más poderosas del sector eléctrico continental, se han reunido en Bruselas para darle un claro aviso al Parlamento Europeo. A saber: o acaba con las ayudas al sector de las energías renovables y engorda las subvenciones que ya recibe el gas... o la próxima ola de frío que arrase Europa se saldará con apagones generalizados. Esa es, grosso modo, la conclusión que muchos actores del sector han extraído de la comparecencia pública conjunta que organizaron el viernes pasado los más poderosos de entre los poderosos, los presidentes y consejeros delegados de GasTerra (Holanda), Gas Natural Fenosa, Gaz de France (GDF-Suez), CEZ Group (Chequia), Vattenfall (Suecia), Iberdrola, las italianas ENI y Enel y las alemanas E.On y RWE. Las tres eléctricas "españolas" -Iberdrola, cuyo principal accionista es el fondo soberano de Catar; Endesa, que pertenece a la empresa pública italiana Enel; y Gas Natural Fenosa, en cuyo accionariado se encuentra la empresa pública argelina Sonatrach- acumularon en el primer semestre de 2013 beneficios netos por valor de más de 3.500 millones de euros (Iberdrola, 1.728; Endesa, 1.114; y Gas Natural Fenosa, 780 millones de euros).
Las luces de la I+D, frente a los pozos de la crisis
De los dos extremos del gran nudo gordiano en que se ha convertido el sector eléctrico europeo tiran actualmente dos fuerzas extraordinarias y antagónicas. Por una parte, en la vanguardia, la I+D+i (investigación, desarrollo e innovación), que ha lanzado en diez años al estrellato al sector de las energías renovables, capaz él de reducir sus costes de modo inaudito (en el caso de la fotovoltaica, hasta un 80% en los últimos cinco años). Un sector, en definitiva, que ha crecido de modo formidable en toda Europa a lomos de ese desarrollo tecnológico ayer poco menos que impensable, y aupado además por políticas de apoyo que vieron en esas fuentes de energía autóctonas -el viento y el sol, sobre todo- la mejor manera de independizarse de las periódicas crisis del petróleo y del gas.
El cambio climático
Entre tanto, del otro extremo del nudo tiran las grandes eléctricas de Europa, que "consintieron" en principio esas políticas de fomento de las energías renovables seguramente porque no intuyeron ese desarrollo formidable. Poderosas multinacionales que apostaron además por un combustible fósil, el gas, con inmensas inversiones en infraestructuras -gasoductos, almacenes como el Castor, centrales térmicas de ciclo combinado- y que, ahora, se enfrentan a un doble enemigo: por una parte, la crisis económica, que ha reducido mucho, mucho la demanda, y, por otra, la prioridad de acceso a red de las tecnologías limpias -las renovables-, tecnologías que Bruselas consideró debían ser priorizadas porque generaban electricidad sin emitir CO2, gas promotor del cambio climático.
Funcionando solo al 11%
¿Conclusión? Cada vez hay más kilovatios verdes en las redes eléctricas europeas, mientras que, cada vez (y a la par), les cuesta más entrar en la cesta eléctrica a los kilovatios que genera el gas en sus centrales térmicas de ciclo combinado. En España, por poner solo un ejemplo, el índice de utilización medio de los ciclos combinados durante los seis primeros meses de 2013 ha sido del 11% (dato Sedigas). El grave error de estrategia empresarial -los señores del gas no supieron prever ni la rápida evolución tecnológica del sector de las energías renovables ni su formidable crecimiento- se está trocando así en una hipoteca descomunal, la de unas compañías, las de gas, que no pueden además saldar su deuda porque no están vendiendo tantos kilovatios como creyeron que iban a vender.
Al dictado de Unesa
La reacción del sector está siendo extraordinariamente virulenta. Y, así, por ejemplo, en España, desde hace ya tres años, la derecha política-energética nacional, ora representada por el PSOE (véase Sebastián), ora por el Partido Popular (léase Soria), trabaja sin denuedo con un propósito muy concreto: afianzar la dictadura del oligopolio, esa tiranía férrea que el sector de las renovables había empezado a poner en tela de juicio, pues había alumbrado nuevos actores en un escenario -el eléctrico- hasta entonces estrictamente monopolizado por Unesa. ¿Y cómo está reforzando esa dictadura la derecha política-energética nacional? Pues con un discurso público muy concreto -las renovables son las culpables de que suba el precio de la electricidad- y con una política, profundamente reaccionaria, y también muy concreta, la de los recortes si hace falta hasta retroactivos.
El laboratorio español
Pues bien, ese discurso y esa política, ejecutados primero en el "laboratorio español", laboratorio gernika donde el temprano triunfo de las energías renovables pronto demostró su "peligrosidad", ahora empieza a ser difundido también en la escena europea, donde las multinacionales más poderosas de entre las poderosas, las más grandes compañías eléctricas de Europa, se han reunido este viernes para contar exactamente lo mismo que Unesa lleva tres años contando aquí. A saber: que las tecnologías renovables no son todavía lo suficientemente maduras -léase por ejemplo la fotovoltaica-, que resultan siempre menos eficientes y seguras que el gas -porque son "intermitentes"- y que son, en todo caso, las culpables del encarecimiento de la electricidad, por su condición de menos eficientes y, además, de receptoras de ayudas multimillonarias.
Historias de jeques y 400.000 millones de euros 
Eso sí, el discurso de los defensores de la dictadura del oligopolio obvia el hecho de que, precisamente en los últimos diez años, el gas natural importado por Europa se ha encarecido en casi un 300% (véase BP Statistical Review of World Energy 2013, página 27). La pregunta que cabría hacer a los diez mandamases reunidos en Bruselas sería, pues: ¿habrá influido en alguna medida ese incremento -casi un 300%- en la subida del precio de la electricidad? En 2012, y según recordaba recientemente -en mayo- otro presidente, el de la Asociación Europea de la Energía Eólica, Thomas Becker, "la UE ha pagado 406.000 millones de euros en concepto de importaciones de petróleo y gas (más de 1.100 millones cada día), factura que ha crecido 200.000 millones de euros en estos últimos tres años".
La amenaza del frío
A pesar de esa brutal dependencia económica-energética (dependencia de los países exportadores de petróleo y gas), y a pesar de que las energías renovables -por su condición de autóctonas- son las únicas que pueden liberar a Europa de ese yugo cada vez más pesado, los diez grandes apuestan por eliminar las ayudas a las tecnologías limpias -únicas además en la lucha contra el cambio climático- y subvencionar en mayor medida al gas, por su condición de gestionable y para que respalde al sistema. La idea es pagar potencia -no kilovatios generados, sino potencia disponible- para que esta permanezca en guardia y opere cuando no sople el viento, no brille el sol y suba la demanda. ¿Por ejemplo? En caso de ola de frío (el ejemplo lo ha puesto el presidente de Gaz de France, GDF Suez, Gerard Mestrallet).
El oligopolio salvaje
O sea, que si el Parlamento Europeo no paga, el horizonte es el frío, según Mestrallet, que ha asegurado que las diez empresas representadas en Bruselas ya han cerrado 50.000 MW de centrales térmicas de gas como consecuencia de la crisis: "esas plantas no estarán ahí en caso de un invierno muy frío, el riesgo de apagón nunca ha sido tan alto", ha dicho el jefe de Gaz de France. Las diez multinacionales suman el 50% de la generación en Europa. En España, la situación de oligopolio salvaje -dictadura- eleva muy mucho ese porcentaje. Según la Asociación de Productores de Energías Renovables (el dato es de mayo), “el 95% de la generación en régimen ordinario lo controlan cinco empresas; el 99,7% de la distribución está controlada por las mismas cinco empresas; y el 79,5% de la comercialización de electricidad lo controlan esas mismas empresas”.
Tres peticiones
Así las cosas, y preguntado sobre las tres peticiones principales del grupo en Bruselas, Mestrallet ha dicho que serían las siguientes: incrementar el precio del carbono en el mercado de emisiones; contener la instalación de potencia para evitar el que ha calificado como "dramático" cierre de más centrales de gas; y eliminar las ayudas a las renovables en el caso de las tecnologías maduras, que deben operar en el mercado como cualquier otra tecnología (en referencia a la eólica), a la par que se concentran esas ayudas en la investigación y el desarrollo de las tecnologías que aún no han alcanzado ese estadio (en referencia a la solar). La división española del grupo, encabezada por José Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola) y Rafael Villaseca (Gas Natural Fenosa), ha insistido en la idea habitual: que las tecnologías caras, refiriéndose a las renovables, beneficiarias hoy de las subvenciones, están echando del mercado a las baratas y eficientes, en referencia al gas.
La guerra
En el fondo de todo, y, en realidad, no hay otra cosa que "la guerra por el kilovatio perdido", o por los muchos kilovatios que hoy ya no pueden vender los ciclos combinados, que han perdido buena parte de su hueco en el mix eléctrico porque son kilovatios sucios -emisores de CO2, desencadenantes de cambio climático- y no tienen prioridad de acceso a la red (la prioridad la tienen los kilovatios limpios, renovables, que no generan CO2). He ahí el quid de la cuestión. Los hacedores de la burbuja del gas (en España se han instalado más de 27.000 MW en los últimos diez años) se equivocaron con su carísima apuesta metanera –probablemente llevados de la mano del negacionismo del cambio climático– y, sobre todo, al no prever tampoco el desarrollo formidable de las tecnologías renovables, cada vez más competitivas. La situación, vivida en primer lugar en el laboratorio español, está siendo ahora experimentada en el resto del continente.
Viva la potencia
El análisis, dentro del sector todo, bien podría ser este: "el fracaso es rotundo, de acuerdo, nos equivocamos... Eso sí, lo que hace falta es que ese fiasco no sea mayor aún. Así que vamos a evitar una sangría adicional de kilovatios; vamos a evitar a toda costa la instalación de potencia renovable adicional; y vamos a agitar cuantos fantasmas sea preciso -en este caso y para empezar, olas de frío- para convencer a todo el mundo de lo imprescindible que es mantener viva la potencia de gas". El fondo del discurso de la derecha política-energética española, la que vela por los intereses de la "dictadura unesa", bien conocido puertas adentro, se reproduce así, casi punto por punto, en Bruselas. "Plantas que son muy eficientes económica y medioambientalmente cierran, mientras que la inversión se va a otras geografías y la industria y los clientes pagan facturas más altas", apuntaba en Bruselas enésimo Sánchez Galán, según recogía en su edición del viernes el diario Expansión.
Los hijos putativos
En España -precursora por su triunfo primero de las energías renovables; y ahora precursora en materia de política energética reaccionaria-, ese discurso -que critica las ayudas a las energías renovables ("culpables" de la carestía de la electricidad), pero ignora el incremento del 300% del precio del gas importado en los últimos diez años-... en España, ese discurso le ha calado hasta la médula, a la clase política nacional, que parece completamente sodomizada por los señores del gas. Hasta el punto de que, desde finales de la década pasada, los hijos putativos de González (a sueldo de Gas Natural) y Aznar (a sueldo de Endesa durante años), han ido desmontando las políticas de apoyo a las energías renovables -únicas autóctonas- mientras incrementaban las ayudas al gas natural. El escenario es pavoroso: la sucesión de ex altos cargos públicos que han estado a sueldo, o lo están, de las compañías eléctricas es interminable: Solbes, Acebes, Salgado, Ana Palacio, Manuel Marín, Martín Villa, Narcís Serra...
El muro de los trescientos
La economía nacional toda, en todo caso, está completamente gasificada. El minúsculo Catar es el tercer suministrador de gas de España y el principal accionista de Iberdrola, la multinacional eléctrica española por antonomasia. Además, es patrocinador del Fútbol Club Barcelona, así como lo es Fly Emirates del Real Madrid, el club de fútbol más rico del mundo. Las conexiones son sinfín (Florentino-ACS-Castor, por poner otro ejemplo)... y pavorosas: 300 de los 323 diputados presentes en el Congreso el pasado 26 de junio paralizaron la propuesta (de Izquierda Plural) de hacer una auditoría energética. Lo hicieron por acción -195 noes- y por omisión -105 abstenciones-. Trescientos padres de la patria que no estuvieron interesados en arrojar luz alguna sobre un agujero negro -el déficit de tarifa- que parió el Partido Popular en tiempos de Rodrigo Rato, hace ya casi quince años, y que han ido amamantando los sucesivos gobiernos que desde entonces han sido.
O se hará el frío
Ahora, el discurso de que las renovables son las culpables del incremento del precio de la electricidad; el discurso de que hay que eliminar las ayudas que las benefician porque unas tecnologías (eólica) son demasiado maduras como para seguir siendo ayudadas, mientras que otras (como la fotovoltaica) resultan aún demasiado poco eficientes como para que Europa invierta en ellas; el discurso del miedo y la seguridad del sistema (el gas respalda y debe ser pagado por ello, porque las renovables son "intermitentes" y para que no haya apagones); el discurso de retorno ideológico (desde las cavernas, pensamiento fósil), discurso reaccionario (en España, incluso, retroactivo), ha llegado a Europa, donde diez presidentes de otras tantas multinacionales, las más poderosas del sector eléctrico continental, se han reunido para darle un claro aviso al Parlamento Europeo. A saber: o acaba con las ayudas al sector de las energías renovables y engorda las subvenciones que ya recibe el gas... o se hará el frío en Europa.

jueves, 10 de octubre de 2013

La crisis económica es también una crisis ecológica

Florent Marcellesi
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=175258

Hace poco un compañero sindicalista me retaba, con cariño, a explicar cómo se relacionan crisis económica y crisis ecológica. Recojo el guante y aprovecho para transmitir un mensaje clave. Una salida duradera a la crisis económica pasa necesariamente por luchar al mismo tiempo contra la crisis ecológica. Y será más factible tener éxito en esta tarea si los sindicatos interiorizasen más esta realidad e hicieran de la ecología un eje central de su teoría y práctica. De hecho, crisis económica, social y ecológica son tres facetas de una misma crisis. Son interdependientes y se retroalimentan entre ellas. No es sorprendente puesto que nuestro modelo de organización social y económica depende de los recursos naturales disponibles y, a su vez, la salud de nuestros ecosistemas (y por tanto de nuestro futuro) dependen de este modelo socio-económico. Por un lado, la globalización y las economías llamadas modernas están totalmente basadas en la energía y materias primas baratas, abundantes y de buena calidad. Por ejemplo, el transporte o el sistema agroalimentario dependen de los combustibles fósiles en general y del petróleo en particular. Por otro lado, los impactos sobre el medio ambiente del sistema económico son hoy patentes. El cambio climático, de origen humano, es una amenaza para las generaciones futuras y nuestra economía: en caso de seguir los escenarios de Business as usual, los costes del cambio climático podrían ser superiores al 20% del PIB europeo en los años venideros.
Para ilustrar este análisis, tomemos el ejemplo de la crisis del 2008. Es evidente que la falta de control y regulación de los mercados, la avaricia del 1% o la desconexión entre finanzas y economía productiva, son elementos esenciales que explican parte de la crisis. Pero no lo explican todo. Como hemos apuntado, nuestra máquina socio-económica tiene un problema de drogadicción con el oro negro. Por desgracia para ella, desde 1999 los precios del petróleo no han parado de aumentar principalmente por los efectos acumulados del techo del petróleo (es decir escasez de oferta), la creciente demanda en constante aumento (principalmente en los países emergentes como China o la India) y la especulación (que se aprovecha de la tensión entre demanda y oferta) (véase gráfico 1).
Gráfico 1: Precios internacionales del barril de petróleo Brent de mayo de 1987 a marzo de 2009.
Lógicamente, cuando ya no tiene acceso a buen precio a su dosis diaria, la máquina se pone gravemente enferma. Y más aún si de por sí no está en buen estado de salud (al haber por ejemplo comido demasiados “activos tóxicos”).
En la actual crisis, tras un aumento continuo desde 1998, el barril de petróleo superó por primera vez los 100 dólares a finales de 2007 y alcanzó su máximo en julio del 2008 con 147 dólares. Como se analizaba antes de la crisis incluso desde la FED (el banco central estadounidense), ese aumento récord de los precios del crudo fue una de las principales fuentes de inflación. Además de suponer un alza de los precios de los alimentos con consecuencias dramáticas para los países del Sur, la inflación supuso una brutal pérdida de poder adquisitivo para las clases medias y bajas y un aumento de las tasas de interés (y de las hipotecas). Al mismo tiempo, un mayor precio del petróleo significó también un mayor precio de la energía y de la gasolina. En un país como Estados Unidos donde el coche es imprescindible para ir a trabajar y por tanto generar un salario que a su vez permita pagar la casa, mucha gente —a quién se le había otorgado hipotecas basuras sin ningún tipo de control— se vio económicamente ahogada entre la “pared hipoteca” y la “espada gasolina”. Por tanto, el economista Jeremy Rifkin o el sindicalista Manuel Garí tienen razón en afirmar que la actual crisis económica tiene, como uno de sus principales detonantes, el precio de la energía. Junto con otros factores sistémicos (dominio de la economía financiera, connivencias entre mercados y alta política, agencias de calificación de riesgos al servicio de la banca, etc.), formó parte de un cóctel explosivo que desembocó en la mayor recesión desde 1930.
Pero es que incluso si atendiésemos a los factores sistémicos no ecológicos (que sí o sí tenemos que erradicar), la máquina seguiría enferma porque, en el fondo, tiene un problema de metabolismo. Vicenç Navarro afirma por ejemplo que “si los salarios fueran mas altos, si la carga impositiva fuera más progresiva, si los recursos públicos fueran más extensos y si el capital estuviera en manos más públicas (de tipo cooperativo) en lugar de privadas con afán de lucro, tales crisis social y ecológica (y económica y financiera) no existirían” (Público, 07-03-2013). Sin embargo, eso no es suficiente. Incluso si redistribuyéramos de forma equitativa las rentas entre capital y trabajo, y todos los medios de producción estuviesen en manos de los trabajadores, la humanidad seguiría necesitando las 1’5 planetas que consume hoy en día (y no hace falta recordar que “no tenemos planeta B”). Al fin y al cabo, nuestro sistema socio-económico heredado de la revolución industrial es como un aparato digestivo a gran escala con problemas de sobrepeso estructurales. Ingiere recursos naturales por encima de las reservas de la nevera Tierra, los transforma en “bienes y servicios” que (además de ser mal repartidos) no son buenos para la salud de sus glóbulos rojos, y produce demasiados residuos no asimilables por su entorno.
Además este cuerpo tiene una enfermedad añadida: no sabe parar de crecer. Y para alimentar este crecimiento infinito, calculado por el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), necesita absorber muchas proteínas abundantes y baratas (la energía) y quemarlas sin restricción hacia la atmósfera (el 75% de las emisiones de CO2 desde la época preindustrial resultan de la quema de los combustibles fósiles). Eso ocurre en las economías productivistas en general y en España en particular donde, como demuestra Jesús Ramos, “el crecimiento real de la economía española ha ido de la mano de un crecimiento en la misma proporción del consumo de energía” (véase gráfico 2).
Gráfico 2: Relación entre consumo de energía primaria (azul) y PIB (rojo) en España. Fuente: Ramos, J. Dependencia energética en España.
Dicho de manera simplificada, el PIB es una función de la energía disponible. Cuando no hay suficiente petróleo, que representa el 40% de la energía final en el mundo, no hay “suficiente energía” y no hay “suficiente PIB”. Es lo que hemos verificado desde 1973: no consumimos menos petróleo por culpa de la(s) crisis sino que estamos en recesión (entre otros motivos) por tener menos petróleo. Y la recesión se hace hoy aún más fuerte en los países con mayor dependencia energética en Europa que, casualidad, son Grecia, Portugal, España e Irlanda…
Sin embargo, sanar el enfermo es posible. Primero, se debe hacer un diagnóstico correcto basado en entender que 1) cualquier economía es indisociable de la realidad física que la sostiene 2) como demuestra Tim Jackson en su libro “Prosperidad sin crecimiento“, no es posible desacoplar de forma convincente el PIB del consumo de energía y de las emisiones de CO2. De hecho, por mucho que disminuyan la intensidad energética y el CO2 emitido por unidad producida, las mejoras tecnológicas se encuentran sistemáticamente anuladas por la multiplicación del número de unidades vendidas y consumidas en términos absolutos (es el llamado “efecto rebote”). Por tanto, el paciente necesita urgentemente deshacerse de su “drogadicción al crecimiento” y adoptar un nuevo estilo de vida saludable. Como cualquier ser humano que una vez llegada su edad adulta sigue madurando sin crecer de tamaño, debe reconocer que su bienestar ya no depende del crecimiento del PIB. Debe también solucionar sus problemas de sobrepeso desde una doble perspectiva de justicia social y ambiental: reducir su huella ecológica hasta que sea compatible con la capacidad del planeta a la vez que redistribuye de forma democrática las riquezas económicas, sociales y naturales.
En este camino hacia la sociedad del vivir bien, los sindicatos (y los intelectuales de izquierdas) son fundamentales. Tras su nacimiento al calor de la revolución industrial, se pueden reinventar a la luz de los límites ecológicos del Planeta. Pueden hacer suya esta nueva realidad social y ecológica, y llevarla a los centros de trabajo. La transición ecológica de la economía puede convertirse pues en el eje de una visión y lucha compartida entre los movimientos obrero y ecologista (y ¡muchos más!). Ya que la crisis económica tiene raíces ambientales, solo habrá economía próspera, paz y justicia social si remediamos también a la crisis ecológica.
Florent Marcellesi, coautor del libro Adiós al crecimiento. Vivir bien en un mundo solidario y sostenible (El Viejo Topo, 2013)
Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/7822/la-crisis-economica-es-tambien-una-crisis-ecologica/

martes, 1 de octubre de 2013

BéLGICA PROHIBE LA VENTA DE CELULARES PARA NIñOS MENORES DE 7 AñOS.

http://reporte24.com/index.php?target=l33r3sungust03star1nf0rmad03sm1d3r3ch0&id=3565#.UksUG3_TC9U



Bélgica prohibe la venta de celulares para niños menores de 7 años
Haga click para Ampliar la imagen Bélgica prohibe la venta de celulares para niños menores de 7 años
Bélgica ha anunciado que prohibirá la venta de teléfonos móviles confeccionados para niños menores de siete años.

La decisión viene blindada con una nueva ley recientemente publicada en el Boletín Oficial de ese país. De forma tajante, la ley prohíbe la publicidad de los teléfonos móviles y teléfonos inteligentes dirigidos a niños menores de 13 años. La razón: la radiación que los teléfonos podrían causar y el daño que les puede provocar a los menores.
Un adulto llega a utilizar solamente la mitad de la vida de un teléfono móvil. Pero un niño queda expuesto al dispositivo móvil desde una edad muy temprana.










Quinto (V) Informe sobre cambio climático IPPC

WGIAR5-SPM_Approved27Sep2013 by afca32