viernes, 27 de diciembre de 2013

Temperaturas altas llevan a que peces carnívoros ataquen en Argentina

La diversión en el río Paraná, en la ciudad argentina de Rosario, a unos 400 kilómetros de Buenos Aires, terminó de manera trágica para un grupo de bañistas que fue atacado por un banco de palometas, peces parientes de las pirañas.
Unas 70 personas resultaron heridas el pasado miércoles, incluso siete niños sufrieron la amputación parcial de dedos.
Alberto Manino, paramédico que trató a los heridos, explicó al canal Todo Noticias que los niños atacados por el cardumen de palometas tienen entre 3 y 15 años y sufrieron heridas de importancia ya que los peces arrancaron, en algunos casos, hasta la segunda falange del dedo de una mano o del pie, lo que no hace posible la restitución.
Entre los heridos más graves se encuentran una niña de 7 años, que perdió una falange, y otro bañista adulto, que sufrió la amputación de un dedo del pie, según detallaron las autoridades.
Federico Cornier, director del Sistema Integrado de Emergencia Sanitaria (SIES), que realiza guardia en el balneario, explicó que por la ola de calor que sufren Rosario y otras ciudades argentinas y el consiguiente ascenso de la temperatura del agua, es común que este tipo de peces se aproximen a la orilla a alimentarse.
La palometa es un pez tipo piraña, grande, muy voraz y que tiene dientes afilados, con un gran poder de corte, señaló.
La zona central de Argentina, incluida Buenos Aires, vive el diciembre más caluroso en los últimos 43 años y desde hace tres días rige una alerta roja por las elevadas temperaturas.
La sensación térmica superó ayer los 46 grados y, en la localidad bonaerense de Morón, el calor incluso levantó el asfalto de algunas calles.
En la capital argentina y el cinturón urbano bonaerense se registraron récords históricos de demanda energética, el último, el pasado lunes, con un pico de 23.793 megavatios de potencia en el conjunto de los generadores de todo el país, según datos del Ministerio de Planificación Federal.
Sin embargo, tras doce días de altas temperaturas, vecinos de Buenos Aires y su cinturón urbano siguen sufriendo prolongados cortes de energía que ni las autoridades ni las eléctricas que operan en la zona acaban de resolver.
El gobierno argentino prometió ayer compensaciones a los usuarios que sufrieron fallos en el servicio y anunció sanciones para las compañías distribuidoras de energía.
El portavoz de Edenor, una de las compañías responsables del suministro eléctrico, Alberto Lippi, aseguró ayer que los empleados están dando una rápida respuesta al trabajar sin francos (días libres) con turnos extendidos desde el pasado 2 de diciembre.
Según el Servicio Meteorológico Nacional, las lluvias llegarían anoche a Buenos Aires y traerían un corto alivio, ya que la ola de calor se mantendría hasta el próximo 2 de enero.

Especie: Datos
Advertencia

Tras el ataque, las autoridades hicieron un cerco y pidieron a los bañistas que abandonaran el río, sin embargo, a la media hora muchos volvieron al agua.
Ataque anterior
La última vez que se había producido una invasión similar de estos peces carnívoros, similares a las pirañas, en Rosario fue en la década del setenta, según informó la prensa rosarina.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Las ondas de la conexión WiFi pueden matar a las plantas

Tras doce días de experimento las semillas situadas cerca de un router habían mutado de color y forma

http://www.abc.es/tecnologia/informatica/20131219/abci-experimento-ondas-wifi-matar-201312191838.html
Un experimento llevado a cabo por cinco alumnas de un instituto de secundaria en Dinamarca ha despertado el interés de la comunidad científica sobre los efectos que las ondas emitidas por los móviles y los routers con WiFi pueden ejercer sobre el entorno, en concreto, sobre las plantas.
Estas cinco chicas, que querían averiguar por qué tenían la sensación de que se concentraban mucho peor aquellos días en los que habían dormido con el móvil junto a la cama, decidieron probar los efectos de las ondas emitidas por un router sobre semillas de plantas.
Las ondas de la conexión WiFi pueden matar a las plantasEscogieron un router porque el tipo de microondas que emite es muy similar a las que transmiten los teléfonos móviles, y ubicaron junto a este dispositivo una maceta con seis semillas de berro sembradas. Después, en otra habitación independiente, en la que las condiciones eran las mismas (agua, temperatura y luz solar fueron controladas por las chicas para que así fuera), a excepción de la ausencia, en este caso, del router, plantaron otras seis semillas de berro del mismo tipo en otra maceta.
El resultado, tras doce días de experimento, es que las semillas que no se situaban junto al router germinaron normalmente, mientras que las que sí estaban ubicadas en la habitación del módem habían mutado de color y forma: estaban marrones, ajadas y resecas.
En declaraciones recogidas por Mashable, la profesora de estas cinco alumnas, Kim Horsevad , ha explicado que, aunque las alumnas repitieron dos veces el experimento y lo hicieron lo mejor que pudieron dentro de sus habilidades, «no se trata de un estudio profesional, sino de un experimento de instituto».
No obstante, Horsevad ha defendido ante los medios que sus estudiantes se encargaron de controlar que las condiciones fueran exactamente las mismas para ambas macetas de semillas. Entre las reacciones que ha despertado la noticia, muchas aseguran que fue el calor del router lo que ha secado las semillas, y no sus microondas, ante lo cual Horsevad responde que el dispositivo estaban ubicados a la distancia suficiente como para que esto no sucediera y que la temperatura de las plantas fue comprobada y monitorizada mediante un termostato.
«Puede que haya otras variables que se nos hayan escapado a las alumnas o a mí, pero no sé cuáles pueden ser», ha confesado Horsevad.
En cualquier caso, el experimento ha despertado interés más allá de los periódicos y las fronteras danesas. Un profesor sueco de neurociencia, Olle Johanssen, y el doctor Andrew Goldsworthy del Imperial College de Londres ya han manifestado su intención de repetir esta misma prueba en un entorno de laboratorio profesional. Habrá que ver hasta dónde llegan los resultados esta vez, y si hay ocasión de comprobar si las sospechas de las alumnas danesas sobre la influencia del móvil en su capacidad de concentración eran fundadas.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Cuidado del cuerpo versus culto del cuerpo

Leonardo Boff

Entender la existencia humana a partir de la teoría de la complejidad es enriquecedor. Somos seres complejos, vale decir, en los que se da la convergencia de un sinnúmero de factores, materiales, biológicos, energéticos, espirituales, terrenales y cósmicos. Poseemos una exterioridad con la cual nos hacemos presentes unos a otros y pertenecemos al universo de los cuerpos. Y tenemos una interioridad, habitada por vigorosas energías positivas y negativas que forman nuestra individualidad psíquica. Somos portadores de la dimensión de lo profundo por donde rondan las preguntas más significativas del sentido de nuestro paso por este mundo. Estas dimensiones conviven e interactúan permanentemente influenciándose unas a otras y moldean eso que llamamos el ser humano.
Todo en nosotros tiene que ser cuidado, si no, perdemos el equilibrio de las fuerzas que nos construyen y nos deshumanizamos. Al abordar el tema del cuidado del cuerpo es menester oponerse conscientemente a los dualismos que la cultura persiste en mantener: por un lado el «cuerpo», desvinculado del espíritu y por otro el «espíritu» desmaterializado de su cuerpo. Y así perdemos la unidad de la vida humana.
La propaganda comercial explota esta dualidad, presentando el cuerpo no como la totalidad de lo humano, sino parcializándolo, sus músculos, sus manos, sus pies, en fin, sus distintas partes. Las principales víctimas de esta fragmentación son las mujeres, pues la visión machista se refugió en el mundo mediático del marketing usando partes de la mujer, sus pechos, su sexo y otras partes, para seguir haciendo de la mujer un «objeto» de consumo de hombres machistas. Debemos oponernos firmemente a esta deformación cultural.
También es importante rechazar el «culto al cuerpo» promovido por la infinidad de gimnasios y otras forma de trabajo sobre la dimensión física, como si el hombre/mujer-cuerpo fuese una máquina desposeída de espíritu que busca desarrollos musculares cada vez mayores. Con esto no queremos de ninguna manera desmerecer los distintos tipos de ejercicios de gimnasia al servicio de la salud y de una mayor integración cuerpo-mente, los masajes que renuevan el vigor del cuerpo y hacen fluir las energías vitales, en particular las disciplinas orientales como el yoga, que favorece tanto una postura meditativa de la vida, o el incentivo a una alimentación equilibrada, incluyendo también el ayuno, bien como ascesis voluntaria o como forma de armonizar mejor las energías vitales.
El vestuario merece una consideración especial. No solo tiene una función utilitaria para protegernos de las intemperies. También tiene que ver con el cuidado del cuerpo, pues el vestuario representa un lenguaje, una forma de revelarse en el teatro de la vida. Es importante cuidar de que el vestuario sea expresión de un modo de ser y que muestre el perfil humano y estético de la persona. Es especialmente significativo en la mujer pues ella tiene una relación más íntima con su propio cuerpo y con su apariencia.
Nada más ridículo y demostrativo de anemia de espíritu que las bellezas construidas a base de botox y de cirugías plásticas innecesarias. Sobre este embellecimiento artificial hay montada toda una industria de cosméticos y de prácticas de adelgazamiento en clínicas y spas que difícilmente sirven a una dimensión más integradora del cuerpo. Esto no quiere decir que haya que invalidar los masajes y los cosméticos importantes para la piel y para el justo embellecimiento de las personas. Pero hay una belleza propia de cada edad, un encanto que nace del trabajo de la vida y del espíritu en la expresión corporal del ser humano. No hay photoshop que sustituya la ruda belleza del rostro de un trabajador tallado por la dureza de la vida, los rasgos faciales modelados por el sufrimiento. La lucha de tantas mujeres trabajadoras en el campo, en las ciudades y en las fábricas dejó en sus cuerpos otro tipo de belleza, frecuentemente con una expresión de gran fuerza y energía. Hablan de la vida real y no de la vida artificial y construida. Por el contrario, las fotos trabajadas de los iconos de la belleza convencional, casi todos moldeados por tipos de belleza a la moda, mal disfrazan la artificialidad de la figura y la vanidad frívola que ahí se revela.
Tales personas son víctimas de una cultura que no cultiva el cuidado propio de cada fase de la vida, con su belleza y luminosidad, y también con las marcas de una vida vivida que dejó estampada en el rostro y en el cuerpo las luchas, los sufrimientos, las superaciones. Tales marcas crean una belleza singular y una luminosidad específica, en vez de fijar a las personas en un tipo de perfil de un pasado ya vivido.
Cuidamos positivamente del cuerpo regresando a la naturaleza y a la Tierra, de las cuales nos habíamos exiliado hace siglos, con una actitud de sinergia y de comunión con todas las cosas. Esto significa establecer una relación de biofilia, de amor y de sensibilización hacia los animales, las flores, las plantas, los climas, los paisajes y la Tierra. Cuando nos la muestran desde el espacio exterior –esas preciosas imágenes del globo terrestre trasmitidas por los telescopios o por las naves espaciales–, irrumpe en nosotros un sentido de reverencia, de respeto y de amor por nuestra Gran Madre, de cuyo útero venimos todos. Ella es pequeña, cosmológicamente ya envejecida, pero radiante y llena de vida.
Tal vez el mayor desafío para el ser humano-cuerpo consiste en lograr un equilibrio entre la autoafirmación sin caer en la arrogancia y el menosprecio de los otros, y la integración en un todo mayor, la familia, la comunidad, el grupo de trabajo y la sociedad, sin dejarse masificar y caer en una adhesión acrítica. La búsqueda de este equilibrio no se resuelve de una vez por todas, debe de ser trabajada diariamente, pues se nos pide en cada momento. Hay que encontrar el balance adecuado entre las dos fuerzas que nos pueden desgarrar o integrar.
El cuidado de nuestro estar-en-el-mundo incluye también nuestra dieta: lo que comemos y bebemos. Hacer del comer más que un acto de nutrición, un rito de celebración y de comunión con los otros comensales y con los frutos de la generosidad de la Tierra. Saber escoger los productos orgánicos o los menos quimicalizados. De ahí resulta una vida sana que asume el principio de precaución contra eventuales enfermedades que nos pueden sobrevenir por el ambiente degradado.
De esta manera el ser humano-cuerpo deja transparentar su armonía interior y exterior, como miembro de la gran comunidad de vida.