martes, 20 de diciembre de 2011

Durban o el síndrome maya

Florent Marcellesi
 Diario Vasco

Según el historiador medioambiental Jared Diamond, unas sociedades deciden perdurar y otras, de forma inconsciente, desaparecer. Por ejemplo, ante un proceso avanzado de deforestación, erosión de los suelos, sequía, cambio climático y guerras, explica de la siguiente manera una de las razones del colapso de la civilización maya en el siglo IX: “los reyes y nobles no consiguieron detectar y resolver estos problemas aparentemente obvios y que socavaban la sociedad. Su atención se centraba en la preocupación a corto plazo por enriquecerse, librar batallas, erigir monumentos, competir entre sí […]. Al igual que la mayor parte de los líderes de la humanidad, los reyes y nobles mayas no tuvieron en cuenta los problemas a largo plazo, en la medida en que realmente llegaran a percibirlos”.
Por desgracia, la historia se repite y las negociaciones climáticas caen cada vez un poco más en el ‘síndrome maya’. Si bien desde 1992 existe a nivel internacional un marco legal para luchar contra el cambio climático, lo cual representa una mejora en comparación con la nobleza maya que ni siquiera llegó a diagnosticar correctamente las amenazas que enfrentaba, no deja de sorprender en la Cumbre de Durban la incapacidad de los líderes mundiales a dar una respuesta a la altura de la gravedad de la situación. La firma de un acuerdo in extremis no puede esconder una huida hacia delante de los jefes de Estado y negociadores más preocupados por la reconfiguración de los intereses geopolíticos a escala mundial donde predominan la competición a ultranza, la lucha por los recursos naturales y una carrera por el crecimiento.
Primero, porque ni se cumplen las (pocas) promesas de cumbres anteriores y no se atiende a los avisos de los científicos agrupados en el Grupo Internacional de Expertos sobre Cambio Climático (GIECC). Mientras que se acordó en Copenhague en 2009 no superar un aumento de 2 grados en comparación con niveles preindustriales (límite para no exponerse a cambios totalmente imprescindibles y extremos según el GIECC), las promesas de reducción de gases de efecto invernadero realizadas en Sudáfrica suponen, ni más ni menos, un aumento irresponsable de temperatura de casi 4 grados en 2100.
Segundo, porque la puesta en marcha en 2020 de un nuevo acuerdo vinculante llegará demasiado tarde. Estamos trabajando a contrarreloj. Hace poco, la muy institucional Agencia Internacional de la Energía ponía 2017 como fecha límite para acotar el incremento de temperaturas a niveles no irreversibles, lo cual supone (fuertes) reducciones de gases de efecto invernadero en esta década, no en la siguiente.
Tercero, porque se ha vaciado de su sustancia al protocolo de Kyoto: a pesar de la prórroga establecida para satisfacer a la Unión europea, solo representará un 15% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Además de la ausencia de EEUU y China, hoy en día los principales emisores de CO2, han prometido descolgarse Rusia y Japón, mientras que Canadá ya ha sido el primer país en abandonar el Protocolo de Kyoto, entre otras cosas para salvar los polémicos yacimientos petrolíferos de la provincia de Alberta.
Ante este escenario, nuevas estrategias se imponen. Por un lado, el concepto de justicia climática se está reforzando como eje estratégico y punto de encuentro para sumar personas y movimientos de diferentes procedencias y horizontes. Además de las organizaciones ecologistas y de solidaridad internacional en el Norte y en el Sur, es grato ver que organizaciones como la Confederación Sindical Internacional relaciona con claridad un mal acuerdo en Durban con daños irreversibles para las personas trabajadoras, en términos de seguridad alimentaria, proliferación de catástrofes, pérdida de salud pública y crisis de empleo. Fue también de gran interés descubrir en esta cumbre a los “indignados climáticos” a través de Occupy COP17, una simbiosis entre los movimientos de justicia climática y los indignados de Plaza del Sol y de Wall Street. Esta bifurcación entre movimientos de justicia ambiental, social y democrática a nivel local y mundial es una necesidad imperiosa para poner en marcha en la calle y en las instituciones cambios que los líderes actuales no parecen ser capaces de decidir en estos momentos.
Por otro lado, por la falta de acuerdo para una verdadera mitigación en esta década, hace falta reconocer que es muy probable que no estabilicemos la subida de temperatura en límites razonables. Por tanto, los próximos años y decenios se verán marcados por la incertidumbre ante un cambio climático ya inevitable pero cuyas formas y consecuencias reales desconocemos en gran parte: ya no solo estamos en la sociedad del riesgo sino también, como la llama Lester Brown, en “la edad de la impredecibilidad”. En este marco, nuestra primera meta, más allá de la reducción, es poner la mayor parte de los recursos y energías disponibles para construir sociedades resilientes y cohesionadas, es decir preparadas para enfrentarse a cambios bruscos y a probables puntos de ruptura e inflexión. Asimismo, las iniciativas de las “ciudades en transición” son un buen ejemplo de este trabajo de adaptación desde abajo y capaz de generar nuevas sinergias entre movimientos sociales y políticos de diferentes índoles.
La ceguera se puede entender, según la Real Academia Española, como una “alucinación, afecto que ofusca la razón”. Algunos siglos atrás esta ceguera ensombreció la visión de los mayas. Hoy, por, desgracia amenaza de lleno a “los reyes y nobles” de los tiempos modernos. Sin embargo, conocemos la Historia y está en nuestras manos cambiar de gafas para que una civilización sostenible perdure.
Fuente: http://www.diariovasco.com/v/20111215/opinion/articulos-opinion/durban-sindrome-maya-20111215.html

domingo, 18 de diciembre de 2011

Las prioridades de Estados Unidos

La composición del presupuesto de 1 billón de dólares evidencia las prioridades de los grupos dominantes en Estados Unidos.

"La aprobación del proyecto, que reduce los presupuestos para la mayoría de las agencias federales con excepción del Pentágono, fue posible sólo después de que los republicanos retiraran su exigencia de revertir la flexibilización de viajes y remesas de los cubanoestadounidenses a la isla, ordenada por Obama a principios de este año."
"Está previsto que Obama promulgue el proyecto de ley de 915.000 millones de dólares que eleva el financiamiento del Departamento de Defensa, pero reduce el presupuesto de la Agencia de Protección Medioambiental, los departamentos de salud y educación y otras entidades federales."

Más dinero a armas y menos para salud, educación y protección del medio ambiente. Bonito modelo de desarrollo.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Carta para Camilo Jiménez

Señor Camilo Jiménez,

Mi nombre es Victoria Tobar, tengo 20 años, soy estudiante de Comunicación Social con énfasis Audiovisual de la Universidad Javeriana, y leí su emotiva carta de renuncia. Quiero decirle que no encontré un sólo error de sintaxis, ortografía o cohesión. De antemano me disculpo con usted y todos los que lean esta carta, en respuesta a la suya, porque seguramente aquí sí encontrarán un par. Sin embargo, lo que sí encontré en su declaración -o cualquiera que sea el género al que pertenece su texto- fue una serie de inconsistencias en los motivos que sustentan su renuncia.

En primera instancia -y haciendo referencia al segundo párrafo- me parece que su argumento, básicamente, es que sus estudiantes deberían saber escribir un resumen decente porque vienen de familias bien, comen bien, y estudiaron en colegios bien. En ese orden de ideas, si bien entiendo, tomar aguadepanela, comer huevito con arroz, tener un papá carpintero o celador, y no haber salido nunca del país, son condiciones de la existencia que atrofian el cerebro, la capacidad de análisis y la actitud crítica. Pero bueno, ese ni siquiera es el punto. Lo importante, y lo que quiero decirle, es que su declaración es sumamente injusta. Es una extensa -y en varios puntos desacertada- crítica de la disposición actual de los estudiantes hacia el aprendizaje. Porque le recuerdo, señor Jiménez, que a eso vamos nosotros a la universidad; a aprender. Y si lo tiene claro -supongo que lo ha oído decir en múltiples ocasiones-, no entiendo entonces su noción de ser profesor, y mucho menos su concepto de enseñar, porque lo que veo en su columna es que usted sería feliz con un salón lleno de gente experta, sin falencias en aquello que producen, con una capacidad de análisis y redacción tan perfecta como la suya, de manera que su tarea se pueda limitar a leer y calificar genios.

Después de una crítica sobre la disposición de sus estudiantes (que cada vez iba pareciendo más una crítica a sus capacidades, y por ende tomando un tono algo ofensivo, como aquel que refleja esa frase “ no pudieron pasar del resumen”), pasa usted a considerar la posibilidad de que el problema sea usted, y no ellos, cosa que me parece por lo demás muy sensata y válida. Lo que si no lo es, es la actitud que toma usted ante tal consideración. Unas afirmaciones que transpiran sarcasmo, y que se encargan de lavar sus manos de cualquier indicio de culpa. Creo que usted y todos nosotros tenemos claro que las presentaciones en PowerPoint y las películas-resumen no son la mejor herramienta de aprendizaje. Sin embargo, hay algo que no entiendo. Usted critica, principalmente, la actitud adormilada de sus estudiantes, su ausencia absoluta de espíritu crítico y, en consecuencia, sus largos e incómodos silencios durante sus clases. Ahora le pregunto, ¿cree usted que un resumen es el mayor fomento del espíritu inquieto y crítico? Cuando un gran profesor de cine, que tuve hace un par de semestres, me explicó lo que era el neorrealismo italiano, no tuve espacio para la duda. Si el decía que era eso, pues yo confiaba en que eso era. Ahora, lo que hice con el concepto que el introdujo, abrió infinitos escenarios de duda y debate. Señor Jimenez, humildemente le sugiero, si lo que usted quiere es dar una clase en la que la crítica, la duda y el debate sean los protagonistas, que su eje transversal no sea saber hacer un resumen. ¿Qué le puedo preguntar a un resumen? No con esto quiero decir que no sea fundamental para un editor escribir bien y manejar la economía de medios y demás, pero creo que sus críticas deberían ser un poco más coherentes con el tipo de contenidos que usted ofrece en su clase.

Si usted se queja de que ya no hay estudiantes con un espíritu curioso y crítico, yo me quejo de que no tengo profesores que siembren en mí la duda y las ganas de saber. Por que si hay algo que creo firmemente, es que las ganas de aprender por parte de un estudiante reside, en gran medida, en las ganas del profesor de que sus estudiantes aprendan. El semestre pasado, un profesor de apenas 27 o 28 años, hizo que yo entendiera a Felix Guattari, cuando para mí -antes de tener la fortuna de ver esa clase- el deseo sólo era interesante si se entendía como las ganas de follarse al prójimo. Y no sólo yo pude hacerlo. También lo hicieron otros estudiantes, cuyos énfasis variaban desde periodismo deportivo a la comunicación organizacional, tan desacreditadas por los “grandes” investigadores y académicos. Todos, inclusive ellos, quisieron entender, y el profesor no descansó hasta que lo lográramos. Si sus estudiantes, al entrar a su clase, no sabían hacer un resumen, su meta como profesor era enseñárselo.

Volviendo a su carta, considero una falencia de su parte creer que el único conocimiento válido es el que reside en los libros. Porque señor Jiménez, esa es la premisa que está detrás de toda su exposición. Entiendo que esa pueda ser su visión como editor, y que cuando usted tenía la edad de sus estudiantes esa fuera la única, pero déjeme contarle que hay otras formas, y son igualmente válidas. En ese sentido, creo también que su afirmación según la cual las ideas solo pueden nacer del silencio y la instrospección es debatible. Si bien algunas de mis ideas y preguntas -no sólo académicas, sino tambien sobre la vida- surgen desde ese estado de soledad, muchas otras surgen desde la interacción; con otras personas y otros puntos de vista. La época en la que vivimos permite que esas personas y esos puntos de vista se manifiesten por medios diferentes de la palabra, y no es una desgracia; es una suerte. Hay blogs de arte, de música, de fotografía, de política, de diseño, de lo que usted quiera. Y allí mismo, alguien, en cualquier lugar del mundo, ha condensado una forma de ver la vida. Esta carta es una prueba de ello. Es una idea, que si bien se materializó en la palabra, surgió de uno de esos medios que usted tanto critica; Twitter. Si no fuera por ese medio, tal vez nunca habría tenido noticia de la polémica que su carta desencadenado, y en ese sentido, esta carta, sin importar la validez de su contenido, es un argumento en su contra, al igual que todas las respuestas a favor y en contra que ha recibido hasta ahora por su carta de renuncia. Creer que los nuevos medios sólo sirven para que los jovencitos hablen mierda es, como mínimo, ingenuo.

Hice un conteo similar al que usted hizo con sus estudiantes. He cursado un total de 29 materias, y nunca he repetido profesor. De esos 29 profesores, 3 me han enseñado algo, lo que sea, y uno ha hecho el esfuerzo. 25 profesores han pasado por mi vida desapercibidamente. ¿25 estudiantes no le dieron la talla? Bueno, a mi 25 profesores no me han dado la talla, y a mi no me pagan; yo pago. Se que no es su culpa que nosotros los estudiantes no denunciemos este tipo de cosas. Este es un intento por empezar a hacerlo, como ustedes, profesores, diariamente lo hacen.

Ahora, entiendo que se haya cansado de su oficio. Nadie está obligado a permanecer en un lugar donde no quiere estar. Lo que me parece injusto, es que la culpa (porque sí, señor Jimenez, hay culpables en su texto y es claro) sea de sus estudiantes, que “no pudieron” con usted. Humildemente, creo que su cansancio radica, más bien, en que para usted la docencia es eso; un oficio. Ser profesor requiere de una vocacion inmensa, tan grande quizás como la de un médico. Lo invito, señor Jiménez, con todo el respeto que se merece, a que considere la posibilidad de usted se haya ido por que se dió cuenta, quizás muy en el fondo, de que enseñar no es lo suyo.

En esta carta no le pido que vuelva. La verdad, agradezco la sensatez que reside en el hecho de haberse ido. Me imagino que a usted no le gustan los médicos que, durante la consulta, no lo miran a los ojos. A mí no me gustan los profesores que no pueden asumir la responsabilidad de enseñar. Al igual que usted, termino esta carta con un incómodo nudo en la garganta.

Victoria Tobar.

martes, 13 de diciembre de 2011

Durban se olvida del clima y se limita a fijar un calendario

La cumbre se cierra sin establecer nuevos límites de emisiones y sólo crea una hoja de ruta: llegar a un acuerdo en 2015 para comenzar a reducir CO2 en 2020. Organizaciones ecologistas y científicos critican que no se afronte ya el recorte.

MANUEL ANSEDE. Público.es

El mayor puerto exportador de carbón del mundo, Richards Bay, a dos horas en coche de Durban, seguía ayer enviando calentamiento global al planeta como símbolo de que todo sigue igual tras la cumbre del clima de la ONU en la ciudad surafricana.

El pacto entre los enviados de 195 países se cerró a las 4.23 del domingo hora peninsular española, cuando ya amanecía, con una vaga hoja de ruta hacia un indefinido acuerdo global para reducir las emisiones que estaría listo en 2015 y entraría en vigor en 2020. Las fechas son el primer fracaso. En otra cumbre en Bali en 2007 también se engendró una hoja de ruta para tener un acuerdo en 2009 en Copenhague. No se consiguió, por el bloqueo de EEUU y China. Son seis años perdidos en la lucha contra el cambio climático.

La ONU ya había acordado en 2007 un pacto similar para 2009 "Es un momento histórico", declaró el ministro polaco de Medio Ambiente, Marcin Korolek, inmediatamente después de lograr el pacto, mientras decenas de personas dormían tiradas por el suelo en el centro de convenciones.

La UE llegó a Durban con dos líneas rojas: El acuerdo climático debía incluir por primera vez a todos los países y debía ser jurídicamente vinculante. "Lo tenemos", proclamó exultante la comisaria europea de Cambio Climático, la danesa Connie Hedegaard, tras el plenario maratoniano. "Hemos vencido el órdago en Durban. Hemos logrado un éxito político de primer orden", opina la secretaria de Estado de Cambio Climático española, Teresa Ribera. El acuerdo supone el fin de la división del mundo entre países industrializados y en desarrollo. Todos tendrán que asumir la reducción de emisiones bajo un mismo paraguas legal en 2020.

En los estertores de la cumbre, la UE asociada con el grupo africano, los países más pobres de Asia y los estados isla amenazados por la subida del nivel del mar consiguió parar una ráfaga de intentos de EEUU, China e India para que el acuerdo no incluyera fecha de entrada en vigor o no fuera jurídicamente vinculante. A cambio, la UE ofreció una prórroga del Protocolo de Kioto, donde sólo le acompañarán Nueva Zelanda, Noruega, Suiza y Australia.

La UE logra una prórroga de Kioto pero sin Rusia, Canadá ni Japón

El primer periodo del protocolo, el único tratado internacional de reducción de emisiones en vigor, acaba en 2012.

La segunda parte se ratificará el año que viene en Catar y entrará en vigor en 2013. Su fecha de caducidad, 2017 o 2020, está todavía por decidir. Sólo vigilará el 15% de las emisiones, pero permitirá que sigan con vida los mercados de compraventa de derechos para emitir CO2, creados para forzar la transformación hacia una economía verde, pero con lagunas que han permitido fraudes masivos.

Cada uno de los países con mayores emisiones, hoy sólo sometidos a la ley de la selva, tiene sus razones para el bloqueo. La Administración de Barack Obama afronta las elecciones presidenciales el año que viene y una opinión pública cada vez más escéptica frente al cambio climático. El favorito para ser candidato republicano, Newt Gingrich, ha dicho que aparecer en 2008 en un anuncio contra el calentamiento global es "probablemente la cosa más tonta" que ha hecho en los últimos años.

China, por su parte, no quiere que nadie se inmiscuya en su política nacional ni husmee en su desarrollo. India, finalmente, es el tercer mayor emisor del planeta, pero su situación es radicalmente diferente a la de los demás. Emite tan sólo 1,7 toneladas de CO2 per cápita, frente a las casi seis de China, las casi diez de Alemania o las 17 de EEUU. España defiende el acuerdo como "éxito político de primer orden"
Tras la batalla diplomática, la llamada Plataforma de Durban propone una hoja de ruta hacia un futuro "protocolo, otro instrumento legal o un resultado acordado con fuerza legal aplicable a todas las partes". La tercera opción, forzada por India y vista con buenos ojos por EEUU, es otro de los agujeros de la cumbre surafricana. En esa enrevesada fórmula cabe casi de todo. Hasta la comisaria europea admitió que las negociaciones sobre qué quiere decir este rompecabezas coletearán hasta diciembre de 2015.

Para el director ejecutivo de Greenpeace Internacional, Kumi Naidoo, "la mala noticia es que los bloqueadores, liderados por EEUU, han tenido éxito en la inserción de una cláusula fundamental que podría evitar que el próximo gran acuerdo climático sea legalmente vinculante".

Pero, más allá de la forma legal del futuro acuerdo, el gran boquete que deja la cumbre es el de los insuficientes compromisos de reducción de emisiones. "La labor de los gobiernos es proteger a su gente. Y aquí en Durban no lo han logrado", ha criticado Samanta Smith, portavoz de WWF, la mayor organización conservacionista del planeta. La ONG considera "inaceptable que los gobiernos no hayan hecho prácticamente nada en Durban" y culpa del fracaso a EEUU, Japón, Rusia y Canadá. Los tres últimos se han negado a asumir nuevos compromisos de reducción de emisiones de CO2 en la segunda parte de Kioto. El acuerdo no frenará un ascenso peligroso de las temperaturas

Temperatura disparada 
Con los recortes voluntarios anunciados hasta el momento por EEUU, China y el resto de grandes emisores, la temperatura del planeta se disparará 3,5 grados hacia 2100. Las promesas se revisarán presumiblemente en 2014 tras la publicación de un informe científico de la ONU.

"No veo nada en estas negociaciones que pueda evitar que el calentamiento vaya más allá de los dos grados", censuró en Durban el director del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Achim Steiner, según la revista New Scientist. "Para conseguirlo se requeriría que las emisiones mundiales de CO2 alcanzaran su pico alrededor de 2020, pero ahora parece que ni siquiera tendremos un acuerdo en vigor hasta 2020", lamentó.

"Ahora por fin existe el compromiso de hacer la tarea. Se puede hacer excelente, bien, regular o mal. Nosotros intentaremos que sea excelente", señala Teresa Ribera.